Scioli contrató a João Santana, experto en campañas sucias

João Cerqueira Filho de Santana, periodista, 62 años, casado en séptimas nupcias con Monica Moura, dejó el viernes Buenos Aires para volver a República Dominicana, previo paso por las oficinas centrales de Polis Propaganda que tiene en el barrio Pinheiro de Sao Paulo, una empresa que aunque está dedicada al marketing político, carece de cartel identificatorio en la puerta.

Lo habían llamado varias veces desde el Frente para la Victoria, pero puso la excusa de que trabaja hace años para José Manuel De la Sota y no quería comprometerse. Además, su obsesión durante estos meses fue controlar la campaña para la reforma constitucional dominicana, con la que poder garantizar que su cliente, Danilo Medina, siga en la presidencia. En estos días, justamente, se reunió la Asamblea Legislativa de ese país para consagrar el nuevo texto constitucional que habilita la reelección.

Del comando de campaña sciolista también intentaron convencer a otro brasileño, Paulo Vasconcellos, pero tampoco lo lograron, quizás porque el hombre se dio cuenta que se trataba de una estrategia para lograr atraer a Santana, despiadado con los demás consultores, al punto de que lo acusan de tener sicarios en algunos países para asustar –dijeron para “asesinar”, pero suena excesivo– competidores. Solo después de los magros resultados del oficialismo en la elección de la primera vuelta aceptó “dar una mano”, y porque en forma más que insistente se lo pidió Lula Da Silva, el hombre al que le debe su fenomenal fortuna.

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João pasó esta semana por Buenos Aires, se reunió con Oscar Parrilli y Alberto Pérez y dejó a un equipo trabajando, no demasiado grande, un coordinador político y de estrategia, y otro coordinador en la producción, también un redactor. Pero sus resultados ya están a la vista. El operativo de la Policía Bonaerense desbaratando “la más grande operación de tráfico de marihuana en la Argentina” del jueves por la tarde y la conferencia de prensa del viernes al mediodía de Sergio Berni con Parrilli y Francisco Mena, número uno y número dos de la Agencia Federal de Informaciones (AFI, ex SIDE), anunciando que la población no corría peligro de supuesto ataque terrorista en los shoppings salieron de su inventiva.

João es considerado el más efectivo experto en comunicación política de América Latina, un hombre culto, que se ve a sí mismo como un intelectual, con un excepcional talento para las campañas negativas que destruyen al enemigo. Su método es simple y descarnado. Para trabajar, exige contar con el respaldo del organismo de inteligencia del país donde se desarrolla la campaña. En Venezuela trabaja con el temible Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), por ejemplo. Ya con los detalles de la vida privada del candidato y su círculo íntimo, apunta directamente a las debilidades del contrincante, le suma la instalación del miedo en el electorado y el enemigo queda sin posibilidad de respuesta. La ventaja competitiva de João es que carece de escrúpulos.

En João Santana, um marketeiro no poder, la biografía autorizada que le escribió el periodista Luiz Maklouf Carvalho para mejorar la imagen del consultor en su país, explica su filosofía. Pragmático, dijo que “pierde quien no sabe atacar” y que “los candidatos (son fáciles de atacar porque) son tan humanos y muchas veces más frágiles que los electores”. Sin pudores, explicó el diseño de la campaña que destrozó las posibilidades de Marina Silva en las últimas elecciones. La candidata del PSB propuso la independencia del Banco Central y le contestó con unos brutales avisos en televisión que argumentaban de qué modo esa política volvería a traer hambre a las familias brasileñas. Sobre Aécio Neves, que fue quien finalmente logró el ballotage contra Dilma, armó la campaña “Quien lo conoce, no lo vota” y le tomó el pelo al esquema de respuesta que el equipo de campaña del candidato del PSDB desplegó bajo el paraguas “ante cada ataque, una propuesta”. “No hubo ni defensa, ni propuesta”, dijo Santana sobre la estrategia enemiga, riéndose.

En cuanto a sus honorarios, en su biografía declaró que, solo por las campañas presidenciales, el PT le pagó 158 millones de reales -alrededor de 50 millones de dólares-, de los cuales solo 60 millones de reales cobró por la segunda presidencial de Dilma.

Su particular concepción de la lucha política lo llevó a despreocuparse por la calidad de la democracia que promueven sus campañas agresivas, que fueron consideradas como “las más infames, más mentirosas y más dañinas para Brasil”, según la revista Veja. “Feo es perder”, le contestó a su biógrafo, cuando le preguntó por las críticas que cosechó por ayudar a fortalecer regímenes totalitarios como el Hugo Chávez primero, y de Nicolás Maduro después.

Fuente: Infobae.

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