El conflicto entre Rusia y Ucrania, dos grandes exportadores cerealeros, podría sumir en el hambre a millones de personas
Más allá de que la guerra en Ucrania está sacudiendo los mercados energéticos mundiales, el planeta se enfrenta ahora a una crisis más profunda: la escasez de alimentos.
Una porción crucial del trigo, el maíz y la cebada del mundo está atrapada en Rusia y Ucrania debido a la guerra, mientras que una parte aún mayor de los fertilizantes del mundo está retenida en Rusia y Bielorrusia. El resultado es que los precios mundiales de los alimentos y los fertilizantes se están disparando. Desde la invasión que comenzó el 24 de febrero, los precios del trigo han aumentado 21 por ciento, la cebada 33 por ciento y algunos fertilizantes 40 por ciento.
La agitación se ve agravada por los principales desafíos que ya estaban disparando los precios y restringiendo los suministros, incluida la pandemia, las restricciones de envíos, los altos costos de la energía y las recientes sequías, inundaciones e incendios.
El desastre que se avecina está dejando al descubierto las consecuencias de una gran guerra en la era moderna de la globalización. Los precios de los alimentos, los fertilizantes, el petróleo, el gas e incluso los metales como el aluminio, el níquel y el paladio están aumentando rápidamente, y los expertos esperan cosas peores a medida que los efectos caen en cascada. “Ucrania solo ha agravado una catástrofe sobre otra”, afirmó David Beasley, director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos, la agencia de la ONU que alimenta por día a 125 millones de personas. “No existe un precedente ni siquiera cercano a esto desde la Segunda Guerra Mundial”.
Las granjas ucranianas están a punto de perder temporadas de siembra y cosecha. Las plantas europeas de fertilizantes están reduciendo notoriamente la producción debido a los altos precios de la energía. Los agricultores desde Brasil hasta Texas están recortando los fertilizantes, lo que amenaza el tamaño de las próximas cosechas.
China, que enfrenta su peor cosecha de trigo en décadas después de graves inundaciones, planea comprar mucho más de la menguante oferta mundial. Y la India, que normalmente exporta una pequeña cantidad de trigo, ya ha experimentado una demanda extranjera de más del triple comparada con el año pasado.
En todo el mundo, el resultado alimentos más caros. En febrero, los precios de los comestibles en EE UU ya habían subido 8,6 por ciento respecto al año anterior, el mayor aumento en 40 años, según datos del gobierno. Los economistas esperan que la guerra infle aún más esos precios.
Para aquellos que viven al borde de la inseguridad alimentaria, el último aumento en los precios podría llevar a muchos al límite. Tras permanecer casi sin cambios durante cinco años, el hambre aumentó cerca de 18 por ciento durante la pandemia a entre 720 y 811 millones de personas. A principios de este mes, la ONU dijo que el impacto de la guerra en el mercado mundial de alimentos por sí solo podría causar que entre 7,6 millones y 13,1 millones de personas adicionales pasen hambre.
Los costos del Programa Mundial de Alimentos ya han aumentado 71 millones de dólares al mes, lo suficiente como para reducir las raciones diarias de 3,8 millones de personas.
El aumento de los precios y el hambre también presentan una nueva dimensión potencial para la visión mundial de la guerra. ¿Estos factores podrían alimentar aún más la ira contra Rusia y los llamados a la intervención de Occidente? ¿O la frustración estaría dirigida a las sanciones occidentales que están ayudando a retener alimentos y fertilizantes?
Si bien casi todos los países enfrentarán precios más altos, algunos lugares podrían tener dificultades para encontrar suficiente comida. Armenia, Mongolia, Kazajstán y Eritrea han importado casi todo su trigo de Rusia y Ucrania y deben encontrar nuevas fuentes.
Pero están compitiendo contra compradores mucho más grandes, incluidos Turquía, Egipto, Bangladesh e Irán, que han obtenido más del 60 por ciento de su trigo de los dos países en guerra.
Y todos ellos estarán pujando por una oferta aún menor porque se espera que China, el mayor productor y consumidor de trigo del mundo, compre mucho más de lo habitual en los mercados mundiales este año. El 5 de marzo, China reveló que las graves inundaciones del 2021 retrasaron la siembra de un tercio de la cosecha de trigo del país, y ahora la próxima cosecha parece sombría.
El aumento de los precios de los alimentos ha sido durante mucho tiempo un catalizador de la agitación social y política en los países africanos y árabes pobres, y muchos subvencionan alimentos básicos como el pan en un esfuerzo por evitar tales problemas. Pero sus economías y presupuestos, ya presionados por la pandemia y los altos costos de la energía, ahora corren el riesgo de colapsar por el costo de los alimentos, señalan los economistas. Es el caso de Túnez o Marruecos.
EXPORTADORES DE CEREALES
Para el mercado mundial de alimentos, hay pocos países peores para estar en conflicto que Rusia y Ucrania. Durante los últimos cinco años, juntos representaron casi 30 por ciento de las exportaciones mundiales de trigo, 17 por ciento de maíz, 32 por ciento de cebada, una fuente crucial de alimento para animales, y 75 por ciento del aceite de semilla de girasol, importante alimento para cocinar.
Rusia en gran medida no ha podido exportar alimentos debido a las sanciones que la cortaron financieramente. En tanto, Ucrania quedó aislada físicamente. Rusia ha bloqueado el Mar Negro para las exportaciones, y Ucrania carece de suficientes vagones de tren para transportar alimentos por tierra.
Hay otros obstáculos. La ONU estima que hasta el 30 por ciento de las tierras de cultivo de Ucrania podrían convertirse en una zona de guerra. Y con millones de ucranianos que huyen del país o se unen al frente, muchos menos pueden trabajar en los campos. El trigo ruso y ucraniano no se reemplaza fácilmente. Los inventarios ya son escasos en EE UU y Canadá, según la ONU, mientras que Argentina limitó las exportaciones y Australia ya está a plena capacidad de envío.