Murió Ricardo Iorio, máxima figura del heavy metal argentino

Ricardo Iorio lideró desde su formación con Almafuerte, en 1995, la escena del heavy metal en la Argentina, reuniendo multitudes en los recitales que brindó a lo largo y a lo ancho del país. A pesar de su ruptura con la banda, entre 2016 y 2017, su imagen marcó un tope de popularidad y convocatoria en el rock pesado y por eso en cada presentación como solista continuó llenando cada lugar en el que se presentó. En La Plata, el estadio Atenas fue en los últimos años su lugar predilecto, convocando a miles de seguidores que llevaban su imagen en sus remeras.

Admirador de José Larralde, fanático de Ringo Bonavena y abiertamente católico, Iorio permeó con todo en la cultura popular. Entró con lo mejor de sí, con su música, con una impresionante trayectoria, con virtud poética y con toda la furia el heavy metal y la influencia tanguera y folclórica que lo caracterizó siempre. En los barrios, en la calle, se ve siempre una remera de alguna de las icónicas bandas que fundó desde 1980, como Hermética, V8 o Almafuerte. En las redes sociales nunca faltan sus frases como “sé vos, que al mundo cambiarás” o “amigo fundido estoy con vos”.

El nombre del grupo Almafuerte remite al legendario poeta homónimo, uno de los Cinco Sabios de La Plata, al que le dedicó no sólo la denominación de la banda, sino también un disco y una canción en la que se lee: “De muy pibe me encontré, con tu estatua una tarde. Luego de eso, comencé a leer tu nombre en muchas partes. Colectivos, comercios, salones. Bibliotecas Populares. Calles, barrios, pueblos, bares. Y sentí en mí de vos saber”.

Arriba y abajo del escenario Iorio se caracterizó en las últimas décadas por ser un personaje controvertido. Nunca se guardó nada a la hora de hablar. Ya desde los comienzos de Almafuerte planteó con algunas líricas la rivalidad dentro de la comunidad metalera, la cual en un momento se hizo visible en los públicos, aunque con el tiempo esa suerte de “Boca-River” interno se fue erosionando.

Férreo detractor de la cumbia y los ritmos latinos, a los que acusó de “traer a la yuta”. Nunca ocultó su nacionalismo al extremo, lo que lo llevó a sacarse una foto con el polémico dirigente Alejandro Biondini, apuntado por su ideología nazi. Sus reiteradas declaraciones contra la homosexualidad y contra expresiones sociales como las marchas a favor del aborto y los movimientos feministas lo situaron en un lugar de repudios y rechazo por promover una mirada homofóbica y anti derechos.

Por otro lado, reivindicó a los pueblos originarios, la cultura campesina y la clase obrera, siempre presentes en su obra musical, lo que tal vez explica la heterogeneidad de su público por encima de sus polémicos enunciados.

Amado y repudiado, nunca dejó de hacer música y forjó una obra inagotable. Antes de su muerte estaba preparando lo que sería su disco número 28. A lo largo de su carrera Iorio editó tres trabajos con V8: “Luchando por el metal” (1983), “Un paso más en la batalla (1985)” y “El fin de los inicuos (1986)”; siete con Hermética: “Hermética” (1989), “Intérpretes” (1990), “Ácido argentino” (1991), “En vivo 1993 Argentina” (1993), “Víctimas del vaciamiento” (1994), “Lo último” (1995), “En concierto” (1995) y “Sentimiento argentino” (1998); once con Almafuerte “Mundo guanaco” (1995), “Del entorno” (1996), “En vida” (1997), “Profeta en su tierra” (1997), “Almafuerte” (1998), “A fondo blanco” (1999), “Piedra libre” (2001), “En vivo Obras” (2001), “Ultimando” (2003), “Toro y pampa” (2006) y “Trillando la fina” (2012); y otros cinco como solista: “Peso argento” (1997) – con Sr. Flavio, “Ayer deseo, hoy realidad” (2008), “Tangos y milongas, (2014), “Atesorando en los cielos” (2015) y “Avivando la llama de la ley natural” (2022).

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