Japón vive la mayor catástrofe natural desde el devastador terremoto y tsunami de 2011. Las lluvias torrenciales de los últimos días, que frenaron anteayer, dejaron por lo menos 156 muertos, la cifra más elevada desde las inundaciones de 1982.
Las precipitaciones provocaron numerosas inundaciones y corrimientos de tierra a su paso, especialmente graves en las prefecturas de Hiroshima (oeste), Okayama y Ehime (sudoeste), donde el fenómeno meteorológico arrasó miles de viviendas y dejó varios pueblos completamente aislados.
Además de los muertos, hay 60 personas desaparecidas desde la semana pasada y los equipos de rescate intentan encontrar sobrevivientes entre ruinas y masas de tierra, y en medio del intenso calor estival.
Aunque las lluvias frenaron anteayer, los servicios meteorológicos advierten del riesgo de que se produzcan más corrimientos de tierras.
Además, el sol que regresó a varias partes de Japón podría complicar las labores de los equipos de rescate, debido al alto riesgo de insolación y golpes de calor.
Mucha gente se encuentra en modestos refugios o en casas dañadas sin agua corriente ni electricidad y son más propensos al calor. Los que sufren más el calor son los ancianos, que no pueden ducharse y necesitan medicamentos.
El gobierno estableció una fuerza especial para agilizar la entrega de suministros y demás apoyos para los centros de evacuación y para los habitantes en la región, pero la inutilidad de los caminos y otros sistemas de transporte terrestre retrasaron los envíos, lo que aumentó las preocupaciones de que haya escasez.
En tanto, muchas personas comenzaron a regresar y revisar sus casas, y emprendieron las labores de limpieza después de que las lluvias pararon.
Sin embargo, no todos pudieron regresar a sus casas. A los habitantes de la ciudad de Fuchu, en Hiroshima, se les pidió ayer de nuevo que se pusiesen a salvo, después de que los troncos que flotaban en el río los atascasen y se desbordase.
En Kurashiki, en la provincia de Okayama, un millar de efectivos buscaban a personas atrapadas en sus casas.
En un momento se había llegado a pedir a unos cinco millones de personas que evacuaran, pero la consigna no era obligatoria y mucha gente permaneció en sus hogares.
En total unos 73.000 integrantes de los equipos de bomberos, de la policía y de las Fuerzas de Autodefensa (nombre del ejército japonés) fueron desplegados en las zonas afectadas, pero afrontan grandes dificultades por los problemas de acceso en algunas zonas rurales.
El gobierno todavía no tiene un panorama completo de los destrozos en todo el país.
Según cifras provisionales, unos 10.000 edificios quedaron inundados en las provincias de Hiroshima y Okayama y en otras regiones. Unas 11.000 personas pasaron de nuevo la noche en albergues de emergencia.
El Ministerio del Ambiente confirmó que hubo 238 deslaves en 28 prefecturas, y anegaciones en más de 200 posiciones en los ríos, cuyo curso permanece bajo observación de las autoridades.
Los daños en la economía y la cadena de distribución son previsibles, pero aún no cuantificables.
Los fabricantes de autos Mazda y Daihatsu decidieron suspender la producción en los establecimientos de las prefecturas de Kioto, Hiroshima y Yamaguchi, por las dificultades en los abastecimientos.
Agencias AFP, AP y DPA