La carta que revive el valor de la Navidad

“Disculpe Papá Noel”, comienza el escrito que llama a evaluar las prioridades respecto a las Fiestas, abandonar lo material y recuperar el verdadero mensaje de amor al prójimo.

“Disculpe Papá Noel pero yo espero al Niño, al que nació en Belén, el que tuvo padre obrero. Ese que se demoró varias navidades en traerme la bici, porque, según me explicó mi mamá, era más pobre que yo. Al Niño que fue alumbrado por una estrella viajera, con manos tan chiquititas, donde aún no entraban clavos. A ese que tuvo una madre que lo parió en un pesebre para cuidar de su vida, para que nadie lo dañe.

Usted disculpe, Santa Claus, pero yo ni lo conozco, usted anda muy ocupado por los shopping, recibiendo las cartitas, publicitando una marca. Mi Niño duerme en el pasto y hay inocencia en sus ojos, los ángeles lo rodean, la noche cubre su frío.

Yo sigo esperando al Niño, el que cuando fue creciendo me enseñó que el prójimo era otro como yo, que el amor era el camino. Un Niño que dibujé y guardé en una cajita adornada en papel crepé, y le fabriqué la estrella con una pila y un foquito.

El será siempre mi espera, aunque no llegue el regalo. Porque ese niño hecho hombre nos habló de la verdad. Lo vivo a diario en el otro, el que camina a mi lado, el que labura por nada.

Yo lo espero y le confieso que necesito su paz. Recuperar la inocencia con la que armaba el pesebre. Volver a sentirme niño y esperarlo a medianoche con la cartita en la mano aunque no espere regalos. Tan sólo ver una luz pequeña, diminuta del milagro”.

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