RINCÓN DE LA SADE: RECUERDO DE JAIME DÁVALOS

El poeta y músico argentino nació en Salta el 29 de enero de 1921 y murió en Buenos Aires el 3 de diciembre de 1981.

Muchas de sus composiciones fueron recopiladas en 1962 en Canciones de Jaime Dávalos. Entre ellas se pueden citar:

· Canción del jangadero, Hacia la ausencia, La angaquera · La golondrina, La nochera, La verderrama (cueca)

· Trago de sombra, Vamos a la zafra, Zamba de los mineros

· Zamba de un triste, Zamba enamorada.

Jaime Dávalos abandonó las típicas frases populares y pintorescas del folclore para reinventar la música popular.

Dávalos introdujo un nuevo movimiento al proporcionarle imágenes conmovedoras y otros elementos poéticos de calidad a las canciones. Jaime Dávalos no sólo fue un exquisito poeta sino también un gran recitador de sus versos. Inauguró un estilo seguido por poetas de la talla de Armando Tejada Gómez y Hamlet Lima Quintana. Fue parte de una de las sociedades más fecundas de la música popular argentina junto a Eduardo Falú a la que se sumaría la del Cuchi Leguizamón y Manuel J. Castilla que también dio altas notas para la cultura popular argentina.

Temor del sábado

El patrón tiene miedo que se machen con vino los mineros. El sabe que les entra como un chorro de gritos en el cuerpo.

Que enroscado en las cuevas de la sangre les hallará el silencio, el oscuro silencio de la piedra que come sombra socavón adentro.

Que volverá, morado, con bagualas del fondo de los huesos su voz, golpeando dura como un puño en el tambor del pecho.

Con pupilas abiertas como tajos le pedirán aumento, mientras quiebren, girando entre las manos, el ala del sombrero, y los ojos, de polvo y pena tristes, les caigan como manchas sobre el suelo.

Hay que esconder el vino entre cerrojos, el vino pendenciero.

Hay que esconder el vino como un crimen, el vino pedigüeño. Que ni una gota más caiga en la boca desierta del minero, donde el grito se tapa con la coca, y con alcohol la sed de amor y besos.

Hay que esconder la primavera en sangre del vino que descubre los secretos.

El patrón ha mandado que lo guarden y se ha vuelto vinagre en el encierro, de noche tiene vómitos y duendes de luna que se bañan en su cuerpo.

Los ojos del patrón lo custodiaban por arriba del sueño, los ojos del patrón tienen dos ángeles desvelados de miedo.

Jaime Dávalos

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