JUVENTUD: nuestro divino tesoro

Una alegría inmensa como joven de conocer este país con solo 23 años. Cuando otros pasaron toda una vida viendo como su país, su barrio, su ciudad, se caía a pedazos. Feliz de ver a tantos jóvenes como yo recibiendo el mensaje de la primera mandataria el cual nos invita a ser responsables más que nunca de nuestros actos. Diciendonos militen, convenzan, reflexionen todas las cosas buenas y también las malas; invitándonos a no caer en la chiquita de discutir nombres y embebernos en una profunda discusión del país que queremos de acá a cincuenta años. En fin militar para transformar, o resignarnos a militar para que el hambre no duela tanto, para contrarrestar la injusticia del sistema que naturaliza la exclusión.

Quiero y deseo profundamente que nuestros padres y abuelos se permitan un minuto admirar la sonrisa que llevamos al vernos y encontrarnos. Al cantar “al odio se le gana con amor”, proclamar “nada grande se puede hacer con la tristeza” y sentir la misma alegría y la misma convicción que la nuestra cuando tendemos la mano al que está al lado y decimos “la patria es el otro”. Cuando vamos y estamos horas pintando una escuela, horas reparando una plaza o haciendo una jornada solidaria para ayudar a transformar un barrio.

Hoy tenemos la oportunidad de que un político siga lo que el otro construyó. Que lo revea, lo mejore pero lo siga. No apostemos a ese cambio que redunde en arrancar de cero. Si vamos a cambiar que no sea el futuro por pasado, sino crecimiento por desarrollo.

Imanol González velázquez

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