Los arandaneros se enfrentan con un nuevo competidor mundial, Perú, que irrumpió vertiginosamente como un productor de punta, amenazando a una actividad que en el país nació hace apenas 15 años.
Los productores de arándanos experimentaron en el 2016 una paradoja que puso en alerta a toda la actividad local: si bien terminaron el año con una producción y exportación récord de 17.100 toneladas, “en términos generales se terminó con las cuentas en rojo”, expresaron los representantes del sector a Télam.
Ocurre que los arandaneros se enfrentan con un nuevo competidor mundial, Perú, que irrumpió vertiginosamente como un productor de punta, amenazando a una actividad que en el país nació hace apenas 15 años, tras la salida de la Convertibilidad; en el medio están en juego los trabajadores, ya que el rubro demanda unos 500.000 jornales por cosecha.
Perú, que en el 2014 producía apenas unas 2.000 toneladas de arándanos anuales, y hoy ya supera lo que se produce localmente con 28.000 toneladas, compite fuerte contra el país en tres aspectos: golpeando por el lado de la fenomenal oferta que logró en poquísimo tiempo, que presiona el precio a la baja; en costos muchos más bajos, en especial de la mano de obra; y en la estacionalidad, al vender como la Argentina fruta fresca al Norte en el otoño-invierno boreal, cuando en el sur es primavera-verano.
“Estamos arrinconados; los peruanos hoy producen a un costo de 40 centavos y nosotros a más de dos dólares”, revela Carlos Stabile, titular de la Comité de Arándanos de Argentina (ABC, por su sigla en inglés) y que representa al 80% de los productores, durante una entrevista con Télam.
El negocio de arándanos en la Argentina tiene foco en tres áreas geográficas, el Norte (Salta y Tucumán), en Noreste (Corrientes y Entre Ríos) y algunas zonas del norte de la provincia de Buenos Aires. Y depende de la demanda externa ya que exporta casi la totalidad de su producción, principalmente a Estados Unidos (65%), la Unión Europea y Reino Unido (30%), y Canadá (4%) .
El cultivo es relativamente nuevo en el país, ya que los pioneros comenzaron a fines de los ’90, pero se afianzó como actividad de peso luego de la devaluación, cuando pudo competir en costos frente a sus pares de la región y exportar en avión casi la totalidad de la producción, para llegar con semanas de anticipación a las góndolas de Estados Unidos respecto de Chile, un país afianzado en el rubro que exporta el grueso de su producción por barco, y que lidera el mercado sur con una cómoda producción de 100.000 toneladas anuales.
El arándano es una fruta más cara de producir en comparación con, por ejemplo, los limones, ya que tiene mucha vitamina C y antioxidantes y por ello necesita cadena de frío y un sistema de riego por aspersión que elevan la inversión a unos 50.000 dólares promedio por hectárea, sin contar el valor del terreno. Y por el motivo de que es una fruta delicada, necesita estar relativamente rápido en el mercado de destino, más allá de que la cadena de frió permite mantener por tiempo prolongado a la fruta en buen estado.
Desde los inicios de la actividad la Argentina exportó directamente por vía aérea, para estar en las góndolas norteamericanas en entre dos y 10 días, según la zona, en vez de las cuatro semanas que lleva transportar por barco.
Pero en el 2016 las cosas se dieron vuelta: la Argentina ya no resulta tan competitiva en costos, porque experimenta un deterioro que ya se venía dando durante el último gobierno kirchnerista, y tampoco puede sostener la exportación por vía aérea debido a que se se está convirtiendo en un lujo, pero a la vez representa nada menos que un 95 % del total vendido al exterior.
En concreto hoy sólo el 3% de las exportaciones se trasladan por vía marítima, aunque se prevé que ese porcentaje se eleve más, debido a la amenaza de reconversión que enfrenta el sector.
Más allá de que los berries son frutas delicadas que requieren de mayores cuidados en el traslado hacia el destino final, hay problemas en la logística marítima local, “donde los barcos cargueros pueden tardar unos 30 días en llegar al puerto de Miami, cuando Perú y Chile, aún viniendo desde el Pacífico, pueden hacerlo en 15 días”, explica Stabile.
“Trasladar la fruta en avión cuesta más del triple de lo que se requiere hacerlo vía barco, pero si lo hacemos por barco, llegamos más tarde que nuestros competidores; aquí hay que hacer un trabajo con las navieras”, expresan los productores.
Otro tema es el costo laboral: mientras que en Perú un jornal cuesta 13 dólares y en Chile unos 25 dólares, en la Argentina el valor alcanza los 40 dólares.
“El año pasado el productor perdió plata y puso de su bolsillo, cuando en 2015 había logrado un ingreso de 2,16 dólares por kilo”, compara Stabile el desempeño de 2016.
Otro factor desestabilizante es la gran oscilación del precio. Resulta frecuente que se pueda llegar a pactar con el cliente un precio de 12-15 dólares el kilo, pero “si el producto llega a destino en condiciones deterioradas, como no se puede devolver la mercadería, se termina rebajando el precio a 5. Asimismo, Perú, que nos compite mucho con el precio, nos obligó a bajar los precios para poder estar en el mercado de Estados Unidos”, lo que terminó rebajando el precio en las últimas temporadas más que en otras.
El 26 de diciembre último, la Comisión Nacional de Trabajo Agrario (CNTA) del Ministerio de Trabajo firmó una resolución (236/16) en beneficio de los trabajadores, que eleva un poco más los costos laborales, estableciendo el salario a destajo -medida máxima por el trabajo de ocho horas, por encima de la cual el trabajador recibe mayor remuneración-, en 14 bandejas diarias de cosecha de 1,8 kilos cada una.
“Fue unilateral; no tuvimos voz en la negociación. Las cuatro grandes entidades rurales (CRA, Sociedad rural, Coninagro y Federación Agraria Argentina) responsables de la negociación no nos representan a las productores de arándanos, no entienden nuestra matriz de costos y de rentabilidad”, se quejan voceros de los productores, al tiempo que agregan que “somos los únicos en el rubro frutas que no tenemos convenio colectivo de trabajo”.
Entre las buenas, el sector recibió un fuerte espaldarazo de los gobiernos provinciales y el Gobierno nacional en materia de infraestructura. La producción de arándano, como economía regional, fue incorporada al Plan Belgrano.
Por último, los cerca de 130 productores del país y que abarcan casi unas 2.400 hectáreas de producción observan que entre los desafíos el negocio va a tener necesariamente que reconvertirse y ponen el foco en la eficiencia y la productividad y en lograr nuevos mercados. “Hace tres años que estamos esperando llegar a China, nos dicen que podríamos en mayo del 2017”, se esperanza Sabile, aunque aclara que los arandaneros de Perú pisaron suelo chino primero.